No sabía cuánto tiempo llevaría allí, pero ya empezaba a refrescar. Parecía que se había hecho de noche.Al abrir los ojos se percató de que alguien estaba a su lado.
Alguien que sigilosamente se había acercado y había decidido acompañarle, en silencio y sin preguntas.Antes de girarse a descubrir quién era, se imaginó quién le podría sorprender...quizá su hermano pequeño que le seguía allá donde fuera, podía ser un desconocido,una persona que como ella, quería que no le vieran ni le preguntaran nada.
Giró la cabeza una mezcla entre curiosidad y miedo. Y allí estaba. Era Él.
¿él? ¿cómo había descubierto su escondite?
Pero no hicieron falta preguntas, ni explicaciones. Entre desconcertada y alegre de que Él le hubiera encontrado, le abrazó tímidamente. Un abrazo que pasó de ser tímido a ser cálido, profundo, lleno de amor. Un abrazo que les unía, mas allá de las palabras y de las incertidumbres, que les hacía indestructibles, inseparables. Ella cerraba los ojos y le abrazaba bien fuerte, no se fueran escapar los sentimientos. Él sonreía con una ternura infinita, y le decía tantas cosas en ese abrazo..
Levantó la mirada llorosa y dudosa, odiaba que le vieran llorar. Y él, que la conocía muy bien, le cogió de la mano, le secó las lágrimas manteniendo en su rostro esa dulce sonrisa. Y se fueron de aquel lugar. Que estaba refrescando.
Caminando.
Juntos.

y ya te echo de menos!
2 comentarios:
Cuando bastan una mirada y el silencio para unir dos corazones... es que ha sucedido un milagro.
Un beso enorme. Como siempre, caminando.
Chica, me has emocionado.
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