viernes, 16 de octubre de 2015

Contando atardeceres


El mar de fondo, tranquilo y sosegado. Siempre presente con el ruido del vaivén de sus olas, en el susurro de las caracolas. Infinito horizonte que se funde con el cielo.Las imágenes donde el mar se sitúa al fondo toman un cariz nostálgico y soñador para mi. El mar me despierta los sentidos, aviva mi sensibilidad, me transporta a mi interior. Me relaja.Imagino a todas las personas que estarán viendo el mar en ese momento,  en cuántos secretos quedarán escondidos entre olas, en los atardeceres y amaneceres, cada uno diferente.  
El cielo esta tarde ha querido teñirse de rojo, dibujando formas en sus nubes y recordándonos que se acerca la noche. Subo la mirada al cielo y es inevitable pensar en ti, Señor. En lo grande que eres porque todo lo llenas y lo cerca que te siento hoy. En cuánta gente está contigo ahí arriba, en ese cielo que intentamos materializar imaginando a nuestros seres queridos, felices,riendo, cuidándonos. Un Gracias Señor brota de mi al mirar al cielo.Porque estoy viva, aquí y ahora.Porque soy feliz, rodeada de personas que quiero y de las que aprendo cada día, te veo en ellas.Y porque estoy llena de defectos, de dudas, de inseguridades, pero sé que me acompañas y me animas a ser mi mejor versión, a salir de mi misma.Porque aunque a veces pierda el rumbo, siento tu sostén.
Sentada desde la duna les veo caminar. El pequeño va detrás de su abuelo, porque no quiere perderse nada.  Todo le asombra y llama su atención, vive con la ilusión a flor de piel. Le cuenta a su abuelo todo lo que sabe sobre el mar y los animales marinos que lo habitan.Entusiasmado, le dice que cuando sea mayor será biólogo marino para cuidar y ver a todos los seres vivos. Y de repente de la luz parpadeante. ¡El faro! Corriendo nos llama para que veamos la luz al fondo, en el puerto. El abuelo le promete que un día le llevará a verla.Será una gran excursión.
Yakie está emocionado. La playa es su lugar favorito. Pero tenemos que estar atentos, porque si nos descuidamos se mete al agua. A pesar de su edad, es ágil y enérgico. Nos deleita con saltos, carreras, y juegos con las piedras. Cuando llegue a casa, eso sí, no moverá un músculo hasta mañana.
Y por delante camina él. El padre de familia, el abuelo, el esposo.Andaba inmerso en sus pensamientos, pero duró poco, el nieto se lleva todas las atenciones. Él está feliz de poder contarle historias y ver cómo brillan sus ojitos de entusiasmo. Camina pendiente del perro, pendiente de su nieto, y disfrutando de la arena bajo sus pies. Tiene un aire misterioso, místico, reflexivo. Esconde, creo que por timidez, muchos de sus sentimientos. Y a veces le abruma el sentirse querido y acompañado, aunque se empeñe en estar solo. El abrazo del pequeño le remueve  y le anima cada día. El paseo por la playa le relaja y le hace sentir vivo. Me mira y me sonríe, y yo le devuelvo la sonrisa, no hace falta decirnos más.
Vivamos el momento. Respiremos el aire marino, sintamos cómo se cuela la arena dentro de las zapatillas, cómo el viento nos acaricia la cara. Aquí y ahora. Lo demás vendrá luego, el pasado ya quedó atrás. Este día no se volverá a repetir, grabémoslo a fuego.
Precioso atardecer con vosotros. Os quiero mucho.