domingo, 4 de septiembre de 2016

Dejé de escribir



Dejé de escribir cuando ocupé mi tiempo de citas, historias, problemas. Cuando la vida me llevó de la mano, corriendo deprisa.
Dejé de escribir cuando pensé que no tenía nada que decir, o que era demasiado íntimo pronunciarse.O que quizá no le importaría a nadie. Porque a veces me sentía incomprendida.
Dejé de escribir cuando vi que mis problemas no eran nada comparado a los problemas del mundo...y me sentí pequeña e insignificante.
Dejé de escribir porque es más fácil no pensar, no actuar. Parece fácil, levantarse cada día y actuar por automatismo, cumplir con lo que se esperar de uno mismo, y no ir más allá. Escurrir problemas.

Pero no puedo.

El boli se deliza solo, mi alma pide salir a la calle y gritar. Me pide una concesión, una segunda oportunidad. Que no le abandone ahora, que tiene mucho que contar.
Vamos a hacer un pacto,querida alma:
Tú quieres salir como un caballo galopante y libre, narrar a borbotones y sin frenos.
Yo quiero contar, vivir, sentir. Dejar que las palabras broten para que curen, ayuden, liberen,que sean medicina.

Mi alma y yo nos volvemos a encontrar...para llenar cientos de libretas y recortes de papel, para  unirnos y no volvernos a separar.

Un día dejé de escribir sin saber lo que significaba, sin saber lo que me atrapaba.
Hoy quiero coger el rumbo y garabatear, ser alma y cuerpo, corazón y razón.
Y nunca dejar de sentir.
Ni de escribir.



Elena