miércoles, 28 de marzo de 2007

Mirar más allá

Ante los los agobios,la incertidumbre, la oscuridad o los días de mal humor como hoy...¡hay que sonreír y tomarlo todo con un poquito más de alegría!

Os dejo con esta historia que puso un amigo(Álex) en los foros, y que me gustó, porque además de recordarme a otra( que pondré en post posteriores)me hizo pensar que todo pasa por algo.Que la cuestión es encontrar sentido a las cosas que hacemos y aceptarlas como vengan. Y pensar que todo tiene un por qué, que con el tiempo descubriremos aunque ahora no lo entendamos.
No sé,así es como me siento últimamente. Un poco a la expectativa, intentando no dejar que el correr del día a día me lleve por delante, parándome a pensar un poco menos en mí,( y mis problemas, y mis agobios, y mi ego....!!) y mirando más de cerca a los demás.

Espero que os guste el cuentecillo-reflexión.

Un besote

Elena


Vía de Foros de Ágora Marianista




Cuántas veces no entendemos por qué tenemos que soportar las dificultades. Y cuántas veces nos damos cuenta después de que las dificultades, afrontadas con alegría, en el fondo nos ayudan a hacernos más fuertes, a crecer, a estar preparados para seguir caminando, a disfrutar con más intensidad de todo lo bueno que Dios nos regala...


Había una vez un padre con tres hijos. Los llamó y les dijo:

–Hijos míos, como bien sabéis, ya soy un hombre viejo. Voy a morir y vosotros no conocéis aún la tierra de la que proceden vuestros antepasados. De modo que poneos en marcha, id y saludad de mi parte a la familia. Pero iréis a pie, porque no hay caminos, y cada uno llevará a cuestas un tronco de árbol que yo os daré.

El poblado estaba lejos, pero los hijos obedecieron. Sin embargo, cuando apenas habían comenzado a caminar, el mayor se dijo: «Lo que nuestro padre nos pide es absurdo; es imposible andar con este tronco tan pesado sobre los hombros». Así que tiró el tronco y continuó caminando mucho más rápido que sus dos hermanos.

Más adelante, el segundo de ellos pensó: «Nuestro hermano mayor tiene razón, pero tengo miedo de desobedecer a papá, así que simplemente cortaré el tronco por la mitad para aligerar la carga».

El hermano menor se había quedado rezagado, con su gran tronco a cuestas, preguntándose por qué tenían que sufrir de aquella manera. Pero, a pesar de su incomprensión, no dejó de acarrear con aquella carga, fiel a lo que su amado padre les había pedido.

Los dos primeros hermanos llegaron mucho antes que él a las inmediaciones del poblado, del que sólo los separaba un profundo barranco. El mayor trató de saltarlo, pero no llegó y se precipitó al vacío. El segundo intentó usar su medio tronco como puente, pero la madera no resultaba suficientemente larga, por lo que resbaló y cayó también.

Cuando llegó el pequeño, exhausto por el esfuerzo, vio y comprendió. Su tronco tenía las dimensiones justas para servir de puente sobre el precipicio. Atravesó el barranco, entró en el poblado y fue recibido con alegría por toda la familia.

2 comentarios:

perlegrino dijo...

Que bonita historia Elenita ... además viene que ni pintada ;)

Paços de Audiência dijo...

Este comentario y precisamente este día. Pues tienes toda la razón, hay que mirar más allá.