viernes, 25 de enero de 2013

Los días de enero.26.

Sé que al final el tiempo es volátil, etéreo, no lo podemos agarrar con las manos. Y que aunque ese día sea tan señalado, es sólo un día. Para mi cada día es ESE día. Y pasarán días y noches, que para mi es como si fuera ayer.
No hay momento que no recuerde tus manos agarradas a las mías, en tus últimas horas juntas. El latido rápido y enérgico, el color rosado y brillante de tus largas uñas, siempre cuidadas.

No dejo de pensar en ti. Como si quisiera recuperar todos nuestros momentos, guardarlos en una cajita;poder sacarlos de vez en cuando y verlos, sentirlos, revivirlos.
Estos primeros meses sin ti me han hecho añorar todo lo que aprendía y me gustaba de ti. Todo lo que me has enseñado de la vida, de lo sencillo, de tantas horas juntas.

Siempre que me veías entrar por la puerta, tu primera frase era un piropo, un qué guapota estás, un qué nieta más guapa tengo. Y no creas, que muchas veces me costaba ir, egoístamente pensaba...qué pereza. A ver qué quiere la abuela.Pero cómo iba a dejarte. Si desde que tengo uso de razón he estado contigo, si me has dado de comer, me has cuidado como si fuera tu hija, o más. Cuando volvía a casa después de visitarte, siempre pensaba que había merecido la pena ir, que tenía que contarle a mamá cómo estabas, y que a la semana siguiente iríamos juntas a tu casa.

No sé por qué no te vas de mi cabeza, de mi pensamiento, de mis quehaceres. Será porque el luto cuesta, porque estás en mi. Pero nos has dejado mucha vida....tus hijos, nietos y biznietos.
Gracias por cada uno de tus hijos, tu famila, nuestra familia. No somos perfectos, cada uno con sus historias, no nos vemos demasiado, pero somos únicos, y nos queremos Por encima de todo. Esa familia la creaste tú con el abuelo. Y es motivo de orgullo y agradecimiento diario.


Mañana es 26 de enero. Hoy hace un año me despedí de ti.
Te quiero

Elena

miércoles, 16 de enero de 2013

A Roma con mucho amor

Al llegar a la basílica de San Pedro, fue diferente. Era la sexta vez que visitaba esta enorme iglesia, llena de historia a cada paso, de santidad.Pero nunca había sido como esta. Al entrar sentí una profunda admiración, emoción....donde muchos ven en el Vaticano riquezas y arcas de tesoros, yo vi santos, gente que dio la vida por nosotros, gente que hoy sigue dando testimonio en medio de tanto ruido, tanta crisis.
Tuvimos la suerte de ir cuando aún no había mucha gente, y nos pudimos detener viendo las esculturas, intentando trasladarnos siglos y siglos atrás, empapándonos de historia.
En el lado derecho, al lado de la Piedad, está la tumba de Juan Pablo II. Sin adornos de más, con unos bancos para rezar, contemplar, estar. Ahí, sintiéndome tan pequeña, sentí una gran emoción y agradecimiento. A veces me quedo sin palabras en una oración y mantengo una actitud de contemplación...escuchando. No sé si es porque lo veo con unos días de distancia y todo coge forma, pero sentí tranquilidad, felicidad, que mis problemas no eran nada porque el Señor los acogía. Y aunque no sé muy bien cómo se reza a través de alguien beato o santo, me dirigí a este Papa de los jóvenes, y brotaron intenciones, plegarias, oraciones.

El mejor regalo de Roma fue estar la familia junta y unida, y poder ver cómo mi hermano al que tanto quiero y admiro, da su vida para servir, con una alegría y paz interior que contagia.

Que este año sea de ver a Dios en todo, de descubrir, de servir, de soñar juntos.
Que sepa valorar siempre lo importante.


Un abrazo
Elena